viernes, 23 de marzo de 2012

Aproximaciones a la historia y la literatura


Muchas veces hemos tratado en el programa El Estado de las Cosas (miércoles a las 22 hs., por www.fmsonar.com.ar) la forma en que se aborda la problemática histórica, y lo hicimos teniendo en cuenta el contexto en que se desarrolla y los modos en que deviene como suceso. En consecuencia, será cruzada y contaminada por la ideología, el poder y la cultura. Lo que queda claro es que se debe considerar a la misma ―a la historia― como una de las tantas prácticas discursivas que posee la comunidad para contarse, para memoriarse; es decir, el relato constituye un país, una patria. Ese relato manifiesta lo que ya ha sucedido, por eso tiene anclajes en el pasado, pero, a su vez, hay revisiones constantes que interpretan, dan sentido y resignifican una idea de nación, de conjunto sociocultural y político.

Walter Benjamin señalaba que el pasado tiene un secreto de redención, una chispa que aguarda el momento para encenderse, pero hay que saber escucharlo y estar dispuesto a hacerlo. Se manifiesta como tiempo-ahora, entonces al pasar el cepillo a contrapelo de lo instaurado se asume en esa lectura de la historia el compromiso de darle y ser parte de la voz de quienes han sido oprimidos y excluidos del relato ejemplar.

Bajo esta figura, podríamos pensar los vínculos entre los diferentes maneras de historiar, de dejar sentado lo que ha acontecido en un territorio. En ese sentido, es válido reponer una perspectiva que asimila la historia a la literatura, más todavía respecto al terrorismo de Estado en Argentina. Hayden White sostiene que "las mejores representaciones del genocidio están en las obras de arte, incluso en el periodismo".

En nuestra provincia esta concepción puede servirnos para destacar algunas particularidades que se han dado en determinado bloque histórico. Por ejemplo, los efectos que ha tenido la última dictadura sobre la producción de los artistas y los intelectuales pampeanos. A los horrores de la dictadura (más allá de la pasión de lo real) la fuimos conociendo a través de textos literarios y periodísticos, a través de canciones. Es posible citar como hitos que refractan esta hipótesis los libros que Edgar Morisoli no pudo publicar durante el gobierno de facto y que recogió bajo el título de Obra Callada una vez recuperada la democracia; también el trabajo Penumbra de la paloma, de Teresa Pérez, algunos textos de Guillermo Herzel o Juan Carlos Pumilla. Y entre las canciones se destaca "La plaza de la historia y el dolor", de Alfredo Gesualdi e interpretado por el dúo Las voces del pueblo. Al respecto Ana María Romaniuk dice que "en la canción se reconstruye, reflejan y articulan aspectos emblemáticos en relación a la memoria local, como los vestigios culturales de presencia aborigen o de la historia gringa compartida, con otras vinculadas a lo nacional, como la referencia a la dictadura militar y los 30.000 desaparecidos."

Como es sabido, toda memoria es selectiva, pero la obra de arte permite problematizar la memoria. Los temas "Canción al canto de mi tierra", de Alpatacal, "El desaparecido", de Miguel de la Cruz y Raúl Fernández Olivi, o "Madres", de Rey Momo, implican esa instancia donde una obra de arte problematiza a la memoria, a la historia oficial, y permite otra interpretación de la realidad; la que sustituye a la que fue impuesta por el vencedor, o sea, el sector dominante que ejerce la hegemonía política.

Y en cuanto al ensayo histórico ―un género que necesita hacerse de fuentes y de archivos―, también tendrá su parte en nuestra provincia, son un ejemplo los artículos de Daniel Bilbao, Marcelino Acosta y Laura Rodríguez Kessy premiados en el Certamen Vivir en Democracia con Justicia Social (La dictadura militar y su incidencia en La Pampa), también es destacable la labor de exhumación que han realizado Nilda Redondo con una serie de publicaciones ineludibles (sobre Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti), Oscar Gatica y su investigación sobre Lucía Tartaglia (Lucía: una historia de militancia y alegría), y el más reciente, Tiempos de liberación, o Norberto Asquini Norberto y sus Crónicas del fuego, y la obra en coautoría con Juan Carlos Pumilla, El informe 14. La represión ilegal en La Pampa, 1975-1983. También, habría que considerar el programa de televisión, en formato de documental, "Pasado Urgente", producido por los periodistas Luciano Peralta y Norberto Asquini.

Todo proceso en el que participa la comunidad existe y se sostiene un discurso social, un discurso que expresa la multiplicidad de voces pero que, también, se encuentra bajo el influjo de un canon impuesto (ideologemas), legitimado por determinados interlocutores. Sin embargo "los sujetos, a través de la cultura, no sólo comprenden, conocen y reproducen el sistema social, también elaboran alternativas, es decir, buscan su transformación. Todo lo que ha sido estudiado como utopía, como prospectiva, en los trabajos sobre la cultura, ―nos dice García Canclini― acude a esta dimensión transformadora."
Y estos textos y autores que hemos nombrado ―reconociendo, a su vez, que es incompleta la lista―, tienen ese objetivo, problematizar la realidad, la memoria, y emplean como herramienta el arte, la crónica, el ensayo. Esa impronta tiene una vocación transformadora, pues es parte de la acción, del debate, de la historia.

Por último, no olvidemos que, como destaca Alain Badiou, "el siglo XX ha sido juzgado y condenado: siglo del terror totalitario, de las ideologías utópicas y criminales […] de los genocidios […] de la abstracción como sustituto del realismo democrático"; y para contarnos sobre esas transformaciones, esa historia que se asimila a la literatura, este filósofo francés "utiliza poemas, fragmentos filosóficos, obras teatrales. Todo un material a través del cual el siglo ―el siglo XX, obviamente― declara en pensamientos su vida, su drama, sus creaciones, su pasión". [SDM]

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