jueves, 9 de junio de 2011

Antimoyanistas

"El ensañamiento con Moyano tiene algo de sentido común de una clase media colonizada por una cultura dominante que encuentra siempre sospechosas las formas de participación u organización de los sectores populares." Luis Bruschtein

por Sergio De Matteo

Un sector del periodismo porteño ―con sus afines en las provincias― ante cualquier indicio de acá a octubre va a arremeter contra el Proyecto Nacional y Popular, con el objetivo primordial de seguir desgastando la figura presidencial (más todavía si es la precandidata por el FPV) y de generar discordia entre las diferentes expresiones políticas, sociales, gremiales e ideológicas que se alinean bajo la conducción de Cristina Fernández de Kirchner.
Al periodismo que reviste en los medios hegemónicos no le importa mentir, tergiversar o engañar a sus lectores. Ese periodismo defiende a sus patrones porque cuida el negocio que le da la tajada para seguir viviendo como en la década del ‘90. A este tipo de periodismo no le importa un bledo la diferencia entre lo verdadero y lo falso, sino los montajes con que distorsionan la realidad, que, justamente, no es la que quieren ver representada. Un simulacro de realidad que construyeron durante mucho tiempo y que expendían como pan caliente. Hoy Clarín y La Nación venden menos diarios, porque los ciudadanos se cansaron de que les ofrecieran carne podrida.

Y como en estas semanas tuvieron fallos adversos de la Justicia necesitan desviar la atención respecto de Fibertel, de las cuentas bancarias de dos de sus ejecutivos (Aranda y Pagliaro, que con las AFJP estafaron a los jubilados) y, quizás, la más importante, es que Felipe y Marcela van a tener que hacerse las prueba de ADN.
Por eso les vino como anillo al dedo fustigar a Hugo Moyano y, en consecuencia, a la dirigencia gremial, para desvirtuar la solidez de la organización obrera y atenuar o modificar el horizonte de expectativa de que un trabajador llegue al poder.

Y la pulcra Suiza ―bastante impureza revela su historia― que posee uno de los sistemas bancarios más férreos para proteger cuentas (hasta de los nazis y de Menem), a través de un flojo exhorto para investigar al titular de Covelia ―una empresa de recolección de residuos― metió cizaña para que se armara una formidable operación de prensa que no sólo involucra a la web informativa de los judiciales, Clarín, Perfil, CN5 e Infobae, sino hasta la ex embajadora suiza en la Argentina, Carla del Ponte, amiga (qué casualidad) de un abogado del monopolio mediático.

El compañero Nicolás Badillo posteó: "Muchos periodistas hablan de 'presiones', 'persecución' y enseguida ponen en el tapete el tema de la libertad de expresión. Ahora: ¿Cómo llaman a la operación periodística/judicial del diario Perfil y Clarín en el tema Moyano? ¿No hay debate de eso, no? ¿No se juntan para este tipo de cosas, no?".

Contundente la reflexión, considerando a los agentes que revisten en la fuerza del periodismo canalla como, también, en las oficialistas e, incluso, para aquellos que miran de reojo al sindicalismo, pretendiendo colocar en ese lugar a estereotipos con otra piel y modales.
Los gremios son de los laburantes, hombres curtidos y luchadores que han sido perseguidos y ninguneados por décadas, incluso hasta Lula fue tratado despectivamente, un tornero que llegaba a la presidncia del Brasil, nada menos. Y si los peronistas y los que integran el Proyecto Nacional y Popular no comprenden el significado que tiene esto, es hora de que se acerquen a los gremios y estudien su rica e intensa historia. Para desamaestrar a los propios, a los que andan con vueltas y pruritos respecto a los trabajadores, se los invita a leer los programas de La Falda, Huerta Grande y la del 1 de Mayo de 1968, con las propuestas de la CGTA (la CGT de los Argentinos).

Los dirigentes gremiales tienen todo el derecho de disputar espacios de poder, de exigirlos, y mucho más, todavía, los que vienen de la lucha contra el neoliberalismo. Sin embargo, es necesario una depuración de los conversos que facturaron durante el menemato y hoy se reacomodan en el Proyecto Nacional y Popular, porque no lo hacen por convencimiento sino por la contundencia inequívoca de las encuestas.
Supura la hipocresía, pero se está en medio de una discusión ideológica, donde se define tanto la tendencia política así como los destinos del país y, en consecuencia, la pertenencia a la Patria Grande.

El MTA, la CTA y los piqueteros enfrentaron a los aparatos represivos financiados por el capitalismo mientras los cipayos hacían los negocios. Y sí, ese gran sector representa a los cabecitas negras, es el aluvión zoológico y el subsuelo de la Patria sublevado y quiere el poder. ¿Cuál es el problema? ¿Pretenden encolumnar a los insulsos del Pro, a la izquierda testimonial o a Pino Solanas y su voto calificado? En las listas tienen y deben ir "trabajadores", mal que les pese.

Hay una trama de intereses que se mezclan: poder, negocios y, fundamentalmente, política. Eso hay que tenerlo bien en claro, porque las meretrices del neoliberalismo han sido mucho más eficaces en sus objetivos, frente a la parsimonia del conjunto y nos abrocharon a los argentinos con la economía de mercado, las privatizaciones y la pérdida de los derechos laborales.
Hay que abrir los ojos y no dejarse engañar por los cantos de sirena. La CGT está firme con el Proyecto Nacional y Popular, y si algunos no se bancan que les digan o endilguen verdades, deben (o deberían) empezar a reconocer que cuando se dio la resistencia al neoliberalismo estaban en las trincheras capitalistas, ajenos al sufrimiento del pueblo, ausentes de las ollas populares.
Los excluidos, los desocupados y los trabajadores eran los que recibían los palos; en cambio los que decidían el destino del país y los que se beneficiaban en ese sistema perverso viajaban a Miami gracias al "1 a 1". Entonces, si los gremios con sus descamisados avanzan y conquistan espacios de poder, a bancarsela, conversos. El movimiento obrero organizado es la columna vertebral de la doctrina peronista.