domingo, 29 de mayo de 2011

Ni siquiera nos invitan para la foto

Foto: www.planbnoticias.com.ar

por Rita País

Cuando nuestra Presidenta asegura que a las mujeres nos cuesta todo el doble o más, no está hablando del precio de una cartera, de una blusa o de un par de zapatos. Nos está invitando a reflexionar sobre las dificultades que enfrenta cuando toma todas y cada una de las decisiones políticas que ha encarado, en un país tradicionalmente machista.

Nos convoca a que intentemos ver ese valor agregado que existe en cada uno de sus actos como Jefa de Estado, donde decidir siempre fue patrimonio exclusivo de los varones. Una costumbre patriarcal que termina naturalizando una discriminación de género construida culturalmente y que podemos considerar inamovible.

Pero no es así.

Ella demuestra permanentemente, con su voluntad de ampliar derechos y construir igualdad, que las mujeres somos capaces de ocupar lugares de mayor responsabilidad. La presencia de Ministras en su gabinete y al frente del principal Banco argentino o en la Corte Suprema de Justicia no es el resultado de simpatías personales ni productos de la casualidad. Son mujeres comprometidas con un proyecto de país donde nos propuso vivir Néstor Kirchner y continúa Cristina Fernández. Un país que está creciendo, que encontró el camino tantas veces olvidado del desarrollo, de la justicia social y del respeto por los derechos y garantías de todos/as sus ciudadanos/as.

Pero también nos advierte que ese camino no es simple ni lineal. Que está lleno de sinsabores y retrocesos. Basta con repasar las leyes, e incluso nuestra propia Constitución, para observar que en teoría no existe diferencia alguna de trato entre varones y mujeres en nuestro país. Sin embargo, la evidencia del día a día nos demuestra que no es así, que en la práctica subsisten las diferencias, que persisten esas barreras invisibles que hacen del igual acceso a las oportunidades un objetivo aún no alcanzado y por el cual debemos seguir trabajando.

Sin ir muy lejos, hace unas semanas se constituyó en Santa Rosa la Mesa por Cristina 2011 y en la foto principal, la que sería luego publicada en los medios de comunicación, sólo varones estaban sentados o parados detrás de esa mesa. Todos ellos con trayectoria militante, con cargos electivos o aspirantes a serlo… pero indudablemente sin la menor perspectiva de género.

Todos intentan convencernos de que acompañan este modelo de país, que ven a la Presidenta como la única persona que nos conduce y capaz de seguir haciéndolo, pero no han interpretado su mensaje de construcción, ni mucho menos el de Néstor Kirchner cuando nombró a Nilda Garré al frente del Ministerio de Defensa o a Carmen Argibay en la Corte Suprema de Justicia.

Podrán decirme a manera de descargo como lo hicieron, que luego se respeta la Ley de Cupo, pero no estoy hablando de eso. Mi cuestionamiento no pasa por ahí. Respetar el 30 % en una Cámara de Diputados u ocupar ciertos lugares del Ejecutivo no nos garantiza a las mujeres pampeanas una verdadera libertad de gestión.

Podrán decirme que estoy haciendo una valoración subjetiva y lo acepto. Lo hago desde mi lugar de mujer militante social y política, que los interpela por no haber tenido en cuenta que la conformación de esa mesa es un mensaje negativo para el resto de las pares. Mujeres tan o más comprometidas que ellos con la Presidenta de la Nación y su proyecto.

Lo hago desde mi condición de mujer de hecho y de derecho que tiene como referentes a Juana Azurduy, Macacha Güemes, Alicia Moreau de Justo, Eva Perón, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y a Cristina Fernández de Kirchner. Desde ese modestísimo lugar les reclamo no haber cedido una silla a las mujeres de Santa Rosa que diariamente luchan por la igualdad de oportunidades desde las organizaciones sociales y políticas. Por las tantas mujeres jóvenes que esperanzadas han abrazado a la política como una verdadera herramienta para el cambio y el bienestar del pueblo.

Mujeres pampeanas que con un gobierno nacional progresista sentimos la necesidad de hacer política con una nueva mística social, con una nueva responsabilidad social, vemos preocupadas que algunos dirigentes varones o quienes pretenden serlo, no nos han incorporado siquiera en sus agendas.

El valor de una imagen puede mucho más que mil palabras dijo alguien y puedo asegurarles que la foto del sábado 2 de abril, nos cacheteó a muchas mujeres peronistas que mientras escuchábamos a nuestra Presidenta instar a la inclusión y valoración de todas y todos los argentinos en el acto central por los mártires en la injusta guerra de Malvinas, mirábamos azoradas la foto de la Mesa Cristina 2011 en Santa Rosa.

Seguramente de ahora en más o por lo menos hasta octubre, se cuidarán muy bien de no darnos argumentos de reclamo a las mujeres. Procurarán ser políticamente correctos y compartirán fotos con la mayor cantidad de pares, pero lamento decirles compañeros que ustedes ya tienen la marca en el orillo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Corriente Nacional de la Militancia

Foto: Nicolás Badillo

por Emilio Pérsico
Concejo Deliberante de Santa Rosa (La Pampa), 15 de abril de 2011

Para la construcción política es necesario concretar objetivos como los que se han cumplido en el acto de la jornada, y más cuando se da una conjunción de sectores diversos. Coordinar la acción política y catalizarla en un hecho de alto contenido movimientista como el que se ha manifestado y logrado hoy, es un paso gigantesco, y es lo que pretendía Néstor Kirchner para poder construir el proyecto nacional y popular.
Esa visión la tuvo siempre, y la pudo implementar a partir del 25 de mayo de 2003, y Kirchner nos señaló con su ejemplo de cómo había que reponer el arte de la conducción política; en ese sentido identificó a quiénes atentaban contra el modelo de inclusión social y reparto de la riqueza.
Néstor sabía que había que reponer un tejido social que estaba roto, había que recuperar argentino por argentino, devolverles a cada uno de ellos la dignidad y la esperanza. No sólo se encargaron de romper todo lo referido a la justicia social, y si de algo se ocuparon los sectores de poder en la Argentina, la oligarquía en nuestro país, en dividir y fragmentar el campo popular, la clase trabajadora, para su propio beneficio.

En el peronismo sabemos que no hay posibilidad de cambio si no hay unidad entre los trabajadores, y si los trabajadores no se convierten en protagonistas del proceso de transformación. Y este proyecto de Néstor y Cristina tiene otra dirección, vino a reconstruir un modelo nacional, un modelo que convoca a los trabajadores a reforzar el movimiento obrero organizado, para que se conviertan en sujetos políticos.
Por eso es significativo que haya habido múltiples sectores en el acto, los gremios, los trabajadores y, por sobre todo, tantos sectores juveniles. Porque en el resurgimiento del movimiento nacional el otro elemento importante son los jóvenes, la recuperación de la política para que los jóvenes participen, militen y lleven adelante también las grandes transformaciones, junto a los trabajadores.

A Néstor le gustaba marcar las etapas del proyecto nacional para que todos nos pongamos a trabajar, él trazaba la estrategia para que hubiera una sola dirección política que pudiera resolver los problemas de todos.
Y la primer etapa fue instrumentar los mecanismos para salir del infierno, para que la Argentina abandonara el infierno neoliberal. Porque en los barrios estaban las carencias, estaban nuestros vecinos sin trabajo; por lo tanto eran necesario respuestas inmediatas para resolver cosas básicas.
Desde la política se traicionaban los intereses nacionales, se le daba a las corporaciones el lugar desde donde dirigir la política, desde el estrado del Parlamento sus referentes nos decían que se debía hacer, qué leyes aprobar sino estallaba el país. Y Néstor nos convocó a salir del infierno como primera tarea; y esto implicaba además de concretar soluciones en lo económico, para que en el barrio se reacomodaran las historias y las situaciones familiares, también una decisión capital, el funcionamiento de las instituciones; y eso implica que las decisiones en la Argentina las vuelva a tomar la política y no las corporaciones. Y esa convicción es lo que hace posible que hoy podamos soñar con una Argentina estable, pujante, y que no tengamos que estar siempre dependiendo ―por más que hemos tenido crisis― de ese flagelo de que todo va a volver para atrás.

En primer lugar en la Argentina existía el tutelaje del partido militar, estaba constantemente asediada la democracia por este partido, condicionada; pero Néstor les demostró su fortaleza cuando les dijo que no les tenía miedo, y acto seguido bajó los cuadros de los genocidas; en realidad lo que hizo fue terminar con esa política del partido militar e iniciar una etapa en el país de verdad y justicia.

También, en segundo término, querían condicionar a la Argentina con golpes económicos, con golpes de mercado, y especulaban con que iba a estallar todo y eso se convertía en un proceso inflacionario, en un brote inflacionario; y de esta manera los sectores de las corporaciones económicas se adueñaban del salario de los compañeros trabajadores. Y Néstor puso las cuentas en claro, en orden, haciendo cargo al Estado, e hizo que no sólo haya que construir una etapa de justicia social, sino también de ordenamiento económico en la Argentina. Por eso enfrentó a los sectores que querían manipular el Banco Central para privilegiar sólo sus intereses, y que procuraban que fuera operado únicamente por los dueños del capital, por los propios neoliberales, el compañero Néstor recuperando el control de las reservas ―que son el ahorro de todos los trabajadores― por parte del Estado, evitó que haya corridas bancarias que nos perjudiquen. Les marcó la cancha y les insinuó que no es posible ir contra el Estado, y que ningún grupo económico apele a la bicicleta financiera para damnificar al conjunto de los argentinos.

Y el tercer punto en el que también se avanzó, es en el terreno de las comunicaciones. Se modificó de raíz aquella sentencia de que si un multimedio muy importante del país hacía tres tapas contra el Gobierno, el Gobierno no lo soportaba y se caía. La ley de medios cambió el condicionamiento de las corporaciones mediáticas, y el pueblo pudo informarse con noticias no contaminadas por los intereses empresariales.

Después de la salida del infierno, Néstor empezó a asentar las bases del nuevo modelo de país, y por supuesto, cuando se comenzaron a asentar esas bases las corporaciones reaccionaron y enfrentaron de inmediato a Cristina. Porque en un principio todos estaban de acuerdo en que se debía salir del infierno, por eso acompañaron el proceso de recuperación; pero cuando asumió Cristina y vieron el rumbo que tomaba el Gobierno se resistieron ―y resisten― al cambio. Cristina profundizó la tarea de Néstor y consolidó la unidad latinoamericana, la política de derechos humanos, un modelo de inclusión social y distribución de la riqueza, la democratización de la palabra; cuando comenzó a quedar claro cuál era el rumbo muchos se empezaron a bajar del barco, pero también hubo quienes se sumaron a este nuevo destino, en ese sentido, Néstor sabía bien que esos pocos que se fueron, atados a la vieja política y a las negociaciones con las corporaciones, serían reemplazados por los militantes de distintas fuerzas políticas y sociales que comprenderían el armado de ese proyecto nacional; en definitiva, el pueblo y sus organizaciones levantando las banderas para defender sus derechos recuperados.
Cristina toma decisiones capitales apenas asume, plantea la profundización sobre las bases firmes que había dejado el mandato de Néstor, pero las corporaciones económicas hacen la lectura de la situación y comienzan a poner palos en la rueda, acompañados, encima, por la oposición política que se unifica en una sola expresión, casi sin matices. Y la primera gran prueba es la resolución 125, las retenciones al agro por su renta extraordinaria, y es donde el vicepresidente vota en contra y ayuda en la desestabilización del Gobierno. Pero Néstor y Cristina no negocian, sino que arremeten y aceleran el proceso de cambio, y una movida estratégica recuperan los fondos de los trabajadores y los jubilados, que era el gran negocio del que participaban los grupos económicos, robando el presente y el futuro de los argentinos.
Después de la derrota con las patronales del campo vino una de las medidas más revolucionarias que hemos tomado, recuperar el ahorro nacional, recuperar el ahorro de los trabajadores, recuperarlo para que el Estado lo invierta en producción y no en especulaciones financieras como se acostumbraba.
Aunque hubo otra derrota electoral significativa en Buenos Aires a mediados del 2009 y la oposición, junto al multimedio y la mesa de enlace, pensó que el proyecto tenía fecha de vencimiento. La respuesta de Cristina, de Néstor, fue contundente, aceleraron al máximo el proceso de transformación del país: la asignación universal por hijo, la ley de medios, el futbol para todos, el matrimonio igualitario.
Cuando empezaron los palos en la rueda, este Gobierno tenía en claro que la salida estaba para adelante; que ninguna salida hacia atrás era posible. La salida era hacia adelante y la salida era seguir profundizando este modelo, seguir avanzando en las políticas de transformación.

Con Néstor hablábamos del movimiento nacional, y Cristina lo expresa mejor que nadie en estos momentos; sobre su resurgimiento en estos días, con una potencia inusitada. Antes el movimiento nacional había surgido en varias oportunidades, como en el ’45 o en el ’73, pero después hubo un retroceso, y casi todos esos avances fueron cercenados por dictaduras, por procesos militares. Cuando pudimos recuperar la democracia vino el modelo neoliberal que le asestó un golpe certero a ese movimiento que representaba a los trabajadores. Pero Néstor no cejó en su empeño para que la política volviera a convocar a los trabajadores, a los diferentes sectores sociales, a los jóvenes; y que se organizaran en un gran movimiento, y la política sería la herramienta de transformación.

Y Néstor nos decía que la tarea central, después de haber salido del infierno, después de haber asentado las bases de un nuevo modelo de país, era institucionalizar el movimiento nacional y popular; y que era lo mismo que nos había dicho el General Perón en varias oportunidades. Una vez institucionalizado el movimiento nacional es imposible volver hacia atrás. Cristina lo reafirmó en el acto en el club Huracán, cuando nos indicó que la institucionalización es acercar esas banderas al pueblo, y esa es la tarea de la militancia, es hacer carne estas ideas que lleva adelante Cristina acá en La Pampa. Entonces este espacio político que expresamos en la realidad debemos organizarlo, esta diversidad debemos darle un sentido, porque la causa está, y a esa complejidad debemos organizarla, darle conducción política, y eso va a consolidar al proyecto nacional y popular.

Néstor nos decía también que lo mejor no es lo que hemos hecho, sino lo mejor es lo que vamos a hacer todavía, lo que está por delante, los sueños que tenemos por delante.
Estamos en condiciones de hacer eso, de organizarnos, y Cristina nos convoca a través de estas ideas, y este año político también tiene que ver con eso, tiene que ver también con que nosotros necesitamos un triunfo, pero no necesitamos cualquier triunfo. Como se dice en la película sobre San Martín de que no se pelea por cualquier libertad, nosotros no luchamos por cualquier triunfo, no queremos llegar de cualquier manera, queremos llegar con nuestras banderas, con nuestro proyecto, con nuestras ideas, con nuestra gente, con la militancia, con la calle movilizada.
Por eso es necesario cada uno de los militantes, de los sectores organizados, para que participe de este sueño colectivo que estamos construyendo entre todos y todas, para que podamos reemplazar a Néstor, por ese Néstor colectivo que está en cada uno de nosotros, y darle la fuerza a Cristina para que siga transformando la Argentina, la realidad, y se institucionalice el movimiento nacional.

Publicado en la revista de debate político "Apuntes" N° 3 (abril/mayo de 2011)

Nosotros sí, estamos con el proyecto N&P


Hace algunas semanas la presidenta Cristina Fernández, en un acto político, en su discurso planteaba la disyuntiva "explotación-extorsión" y focalizaba parte de la diatriba en los conflictos que generaban algunos sindicatos específicos, poniendo en evidencia pedidos desmesurados que, encima, perjudicaban a los usuarios de los servicios o a la circulación de los mismos ciudadanos. Reflexionaba, entonces, que toda acción gremial en defensa de los intereses de ese sector sin considerar los derechos de los otros, más que un sindicato era una corporación.
En el campo político se cometen errores similares cuando se toman decisiones sin conocer el territorio en donde se desarrollan los proyectos y en el cual los militantes tienen su incidencia. Muchas veces los arreglos de cúpula tiran por tierra ese trabajo, por lo tanto desautorizan a los referentes naturales y hacen retroceder el armado político.
Proponer candidatos sin conocer sus antecedentes, de dónde provienen y a qué intereses responden, denota ceguera ideológica, es vilipendioso y atenta contra la profundización del modelo que se recita a coro desde el ejecutivo nacional.

Más allá de que nuestro apoyo es irrestricto a las políticas que sostienen al proyecto nacional y popular, también debemos destacar que, en ciertas ocasiones, en la política se yerra con actitudes corporativas y, en consecuencia, se elige mal, debilitando la construcción política. No está de más destacar los exabruptos de Simón Larrañaga, hijo del precandidato a intentente de Santa Rosa, Luis Larrañaga, que en su cuenta en "feizbuk" realizó consideraciones nefastas sobre Néstor Kirchner, festejando su muerte; y destiló veneno contra Cristina Fernández y los Derechos Humanos.

Pero también es un trato desconsiderado hacia la militancia impulsar la candidatura a funcionario de un "referente" desconocido, sin inserción en el medio, y debido sólo al influjo de La Cámpora. Apoyamos el proyecto, apoyamos el gobierno de Cristina Fernández, reivindicamos la figura rutilante de Néstor, pero no vamos a dejar que se mancille nuestra militancia y compromiso por arreglos cuasi corporativos.

Comunicado de Prensa
Movimiento Evita La Pampa repudia las declaraciones y justificaciones anodinas de los Larrañaga, ante el hecho que ofende la memoria del compañero Néstor Kirchner y el legado que ha dejado a los militantes, seguir profundizando el modelo de inclusión y reparto de la riqueza que recuperó al país y lo sacó del infierno en que lo había sumido el neoliberalismo. 

Desde el 25 de mayo de 2003 hubo un gran cambio en la conducción política en el país cuando asume como presidente de la Nación el compañero Néstor Kirchner. En su discurso inaugural resaltó que no iba a dejar sus convicciones al ingresar a la Casa Rosada. Y así fue, cada una de las decisiones que implementó se correspondían al proyecto político que se encarnó en cada una de las organizaciones sociales y políticas, en consecuencia los militantes comprendieron que había llegado la hora del pueblo, o de los pueblos si lo pensamos en clave latinoamericana, pues las medidas que se tomaron beneficiaban al conjunto en contraposición de las corporaciones, que siempre, en todo gobierno, habían utilizado al Estado para imponer la defensa de sus propios intereses.

Kirchner propuso el debate, la disputa política, y plasmó en la realidad el proceso dialéctico que es parte de toda política que pretende ser partícipe de la historia. Por lo tanto ante las descalificaciones de un "resentido", porque quien festeja la muerte de alguien representa lo más negro y perverso del ser humano, nos vemos en la obligación de defender y enaltecer la figura de nuestro conductor, Néstor Kirchner; y aprovechamos para reivindicar los logros del Proyecto Nacional y Popular y, además, respaldar la reelección de la compañera presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

jueves, 19 de mayo de 2011

Peronismo y República


por Marcelo Fernández Portillo

Desde siempre se discute si el peronismo es republicano o no lo es; íntimamente ligado a este planteo también se cuestiona el supuesto escaso apego a las instituciones de parte de nuestro movimiento. Antes de esbozar algunas respuestas, deberíamos abrir aún más los interrogantes:

¿Es el movimiento nacional de carácter republicano?, si no lo fuere ¿debería serlo? ¿Respeta el movimiento nacional el normal funcionamiento de las instituciones?; ¿de qué tipo de instituciones hablamos, cuando hablamos de instituciones?

Entiendo que para poder asomarnos a una respuesta debidamente fundada, debemos comenzar por analizar los conceptos en pugna. Concretamente, ¿cuál es el origen del concepto de “república”?, ¿qué son las “instituciones”?. Para ello recurriremos a tres ejemplos de democracias parlamentarias correspondientes a tres potencias actuales.

La “República” es el resultado jurídico-político del triunfo de las revoluciones burguesas, entendiéndose por ellas a los procesos que en Europa, entre los siglos XVI y XVII, arrasaron a las viejas estructuras feudales, constituyendo los modernos estados nacionales que en aquel continente terminaron de consolidarse en el siglo XIX (con la excepción de Italia y Alemania, cuyo análisis excede el objeto de este ensayo). Es decir, el republicanismo es el remate jurídico de un proceso revolucionario, aquel que encabezó la burguesía contra el régimen feudal. Este proceso no fue incruento, todo lo contrario.

1) Inglaterra
Inglaterra, desde el siglo XVII potencia mundial, era en el siglo XIII un conjunto de islas miserables que le vendía lana, su única producción más o menos sostenida, a la Liga Hanseática. Las ciudades integradas en esta liga producían con esa lana tejidos elaborados, o sea, le aportaban valor agregado a aquella materia prima. Esa producción era, a su vez, comercializada por los mercaderes venecianos, quienes tenían como clientes a los propios ingleses. Como se ve, hasta ese entonces los futuros dominadores del mundo eran unos pobres productores de “commodities”, que vendían la lana a 1 libra para comprar lo producido por ella a 10.
Hasta que en el siglo XVII irrumpe en escena Oliver Cromwell, un líder nacionalista burgués, político y militar, vencedor de las guerras civiles de su nación (en las islas también hubo confrontaciones entre facciones que representaban distintos modelos de organización nacional). Cromwell tutela férreamente a todo el territorio inglés (sometiendo incluso a Escocia e Irlanda) bajo un régimen dictatorial desde donde impartió la batería de medidas revolucionarias a partir de las cuales Inglaterra comienza a erigirse en potencia mundial. Se valió para ello de un feroz sistema proteccionista, a partir del cual Inglaterra obtuvo el dominio de todo el proceso económico: el de la producción de materias primas, el de la elaboración y comercialización de las mismas (esto último, mediante una agresiva política exterior que echó mano a todos los recursos disponibles: diplomacia, guerra, soborno). Para ello, impuso entre otras cosas,  la pena de muerte (sí, pena de muerte) a todo aquel artesano inglés que develara secretos de producción. El cambio de rol mundial de Inglaterra a partir de entonces es bien conocido como para que abundemos en él.
Con el correr de los siglos, Gran Bretaña ya consolidada en su fase dominante, con el “modelo nacional” definitivamente triunfante, pudo darse el lujo de pulir su sistema político interior, afinó su parlamentarismo y desde entonces, los debates tanto en la cámara de los Comunes como en la de los Lores, así como el funcionamiento de sus instituciones, suelen ser de una belleza y armonía solo comparables con ciertas manifestaciones del arte. Lo que nadie nos recuerda es que para llegar a “eso”, pasó todo lo “otro”: guerras civiles, asesinatos políticos, intrigas, aperturas y cierres violentos del parlamento, pena de muerte. Cuesta imaginar que en el período de lucha entre dos modelos de nación: el “agropastoril lanero” y el “industrial”, alguno se quejara de la falta de “republicanismo” de Cromwell, o el escaso apego a las “instituciones” de este dictador.

2) Francia
Vayamos ahora a Francia, otro ejemplo de republicanismo, tan caro a nuestra élite política y cultural. La revolución burguesa tuvo allí su epicentro. El poder feudal fue arrasado definitivamente en el siglo XVIII por la desarrollada clase burguesa que en los últimos dos siglos no había hecho más que acumular poder económico y político. Esta toma del poder fue violenta y extrema. Los llamados “jacobinos” fueron la cabeza de este proceso: no eran un sector uniforme, sino más bien, heterogéneo, abarcando desde un “reformismo tímido” a un “revolucionarismo extremo”, con matices intermedios. Los jacobinos, mucho antes de instaurar la “libertad”, igualdad y fraternidad”, cortaron miles de cabezas. En efecto, el símbolo de la revolución burguesa, esa cuyos frutos y productos políticos abarcan la totalidad de Occidente, no fue ninguno de esos bellos conceptos. El símbolo más acabado de la revolución que dio lugar a las naciones modernas fue la GUILLOTINA, la que no solo fue aplicada a los representantes del viejo régimen feudal, sino que también dirimió las disputas entre los sectores revolucionarios. En efecto, no sólo el último rey, junto a sus familiares, funcionarios y acólitos fueron decapitados, sino que en una sucesión sin fin lo fueron los jacobinos Hébert (guillotinado por Robespierre), Robespierre (guillotinado por los moderados), Dalton (guillotinado por los seguidores de Hébert), y así sucesivamente. No por nada las sucesivas etapas de la revolución fueron llamadas del “Reinado del Terror”, del “Gran Terror”, del “Terror Blanco”. Decenas de miles fueron decapitados en pocos años. Muy lejos, como se ve, de los buenos usos y modales republicanos, que vendrían mucho después.

3) Estados Unidos
He aquí el paradigma del republicanismo democrático. Claramente bipartidista, con un régimen presidencialista y dos cámaras, es el modelo en que se basaron la mayoría de las naciones latinoamericanas. El siglo XIX fue determinante en el destino moderno de los EE.UU como lo fue para nuestras naciones, nada más que con resultados opuestos. Nuestro continente se “balcanizó”, mientras que esta nación se unificó en base a una agresiva expansión que anexó a los estados de Louisiana y Florida (a través de negociaciones con Francia y España respectivamente), y a Texas, Nuevo México, Utah y California (mediante la guerra y el saqueo a la nación mexicana, que perdió la mitad de su territorio en la contienda).
Durante todo ese siglo se confrontaron dos modelos de nación: la agro-exportadora y esclavista del Sur (la Confederación) y la industrialista libertaria del Norte (la Unión). Cabe aclarar que el espíritu “libertario” del Norte era el necesario para que los esclavos abandonaran su condición de tal para pasar a ser asalariados y consumidores. El conflicto quedó resuelto en la Guerra de Secesión con el triunfo rotundo de la Unión y la imposición de su modelo de desarrollo industrial.
Desde entonces, no es que en los EE.UU haya desaparecido la explotación primaria de materias primas, sino que forma parte de una economía integrada y diversificada.
Definitivamente consolidado el modelo norteamericano, las diferencias pasaron a ser de matices que sólo tienen influencia a nivel interno. Por lo demás, la política norteamericana hacia afuera es, desde entonces, una sola, más allá de que alternen “republicanos” y “demócratas”. Por supuesto, una vez secada la sangre, se dedicaron a afinar los mecanismos democráticos y a pulir la actividad parlamentaria.

Con los tres ejemplos vistos podemos observar que para llegar a refinadas y casi ideales prácticas republicanas, estas naciones (hoy potencias mundiales) pasaron por cruentos procesos de disputa entre “modelos de nación”, y que en tanto duró esa disputa, nadie reparó en las correctas prácticas parlamentarias, sino que ellas surgieron como correlato del triunfo de las revoluciones nacionales en sus territorios.

4) Argentina
Los países periféricos, coloniales/semicoloniales o subdesarrollados (utilice el lector el término que considere apropiado, según se asuma) no han pasado por estos procesos descriptos. Es decir, no han consumado sus “revoluciones nacionales” porque justamente aquellas naciones dominantes, una vez unificadas y consolidadas, clausuraron con su injerencia la posibilidad de que nuestros pueblos pudieran definir su configuración nacional. En efecto, por medio de la explotación colonial y semi colonial, las potencias europeas primero, y ellas junto a la norteamericana después, convirtieron por la fuerza al resto del planeta en mercados para sus productos, dejándoles simplemente el rol de productores de materias primas (como la Inglaterra del siglo XIII, como los estados del Sur norteamericano del siglo XIX), las que saqueaban hasta el agotamiento. Las naciones que habían consumado su revolución burguesa nacional, impedían ahora que hicieran lo mismo las naciones periféricas.
Para ello fue menester que sectores nativos apoyaran y fomentaran esta explotación, este modelo, convirtiéndose en socios menores del saqueo, e impidiendo que cualquier alternativa independentista pudiera surgir, afectando los intereses de las naciones imperialistas.

La historia política de nuestro país es un claro ejemplo: nosotros no hemos consumado nuestra revolución nacional. Aquí ganó el bando equivalente de los “sureños norteamericanos”. En el siglo XIX las montoneras federales fueron derrotadas por las fuerzas porteñas (con sus aliados circunstanciales, como Urquiza) que impusieron el modelo agro-pastoril, complemento de la economía inglesa, ahogando todo atisbo de desarrollo autónomo diversificado. Ya en el siglo XX, el yrigoyenismo con el sufragio universal y la incorporación de las clases medias a la vida política, y fundamentalmente, el peronismo con las conquistas sociales y la industrialización, fueron la continuidad histórica de aquellas montoneras federales, pero también fueron derrotados por la reacción oligárquica (1930, 1955 y 1976), que a la par de borrar toda participación popular en la vida política nacional, abrían la economía a la rapacidad del capital extranjero, asestando golpes durísimos a la estructura productiva del país, a través de sus representantes nacionales (Pinedo, Krieger Vasena, Martínez de Hoz, Cavallo, etc.).
La actualidad nos encuentra protagonizando una nueva batalla de esta guerra aún no cerrada. Nuevamente se explicitan ambos modelos, nuevamente la puja se tensa. El gobierno nacional asume, no sin grandes vacilaciones y marcadas contradicciones, la defensa del modelo de desarrollo autónomo, políticamente independiente y socialmente justo. Del lado opositor, entre matices, se agazapan aquellos que pujan por la continuidad del modelo “abierto”, dominado por los grupos económicos transnacionales altamente concentrados y el capital financiero.

En este marco, sólo aquellos voceros de los grupos citados pueden hacer hincapié en las “formas republicanas”, o mejor dicho, en la ausencia de tales formas por parte del gobierno[1]. No lo hacen por ignorancia, lo hacen sabiendo muy bien de lo que hablan y mensurando mejor aún lo que tienen enfrente. Saben que este peronismo, con todas sus máculas, es lo más parecido a la fuerza revolucionaria que puede poner límite a su poder.
Los representantes de estos grupos saben que los sectores más extremos y más puristas, los “novios de la revolución”, son pura vocinglería que terminan siendo funcionales a ellos. Es así como a principios del siglo XX, con una sólida conciencia de clase, la oligarquía votaba en Capital Federal al socialista Palacios para tratar de evitar el triunfo del radicalismo, fuerza a la que definían claramente, y con justa razón, como el enemigo a vencer,  y no a los inofensivos discursos del tribuno socialista; así hoy no dudarían en apoyar al “socialista” Pino Solanas que no quiere pagar la deuda, y se presenta con un perfil “expropiador” (que por supuesto, no asusta en lo más mínimo a las potenciales víctimas de tales expropiaciones).
Toda la monserga que apunta al escaso apego del peronismo a los principios republicanos y a la defensa de las instituciones, tiene una respuesta: SÍ, el peronismo, en su mejor versión, tiene escaso apego a los principios republicanos por la sencilla razón de que el peronismo porta en si una fuerza transformadora tal que, hasta tanto no sea rotundamente triunfadora, no podrá detenerse en cuestiones de “quórum”, “DNU”, “borocotizaciones”, etc. Eso vendrá en una etapa ulterior, cuando saldada todas las cuentas sociales, cuando una Argentina autónoma, relacionada con el resto del mundo en condiciones “pari passu”, con control soberano sobre sus resortes estratégicos, pueda darse el lujo (como la Inglaterra posterior a Cromwell, como los EE.UU post Guerra de Secesión, como la Francia post napoleónica) de pulir estas cuestiones, hoy menores frente a la reparación de los estragos que ocasionó el neoliberalismo criminal, pero mañana importantes para mejorar la vida institucional y la calidad de vida de los habitantes de una nación ya libre, ya justa,  ya soberana.


[1] Por supuesto, los parlamentaristas opositores han hecho tropelías aún mayores que las que se le adjudican al peronismo salvaje, pero lo que analizamos es el carácter republicano del movimiento nacional, o su ausencia.

sábado, 14 de mayo de 2011

Cuánto aporta la escuela a la creación del campo nacional y popular

por Rafael Baraybar

Está claro que la implementación de la ley 1420, fue una herramienta fundamental en la implementación del proyecto de país que imaginaron y concretaron los grupos dominantes de la generación del 80. 
Las ciencias sociales, puestas al servicio del ideal romántico, fomentaron la idea de una pertenencia a nuestra nacionalidad a través de textos, monumentos y efemérides de los cuales se nutrieron y apropiaron los maestros egresados de las pocas escuelas normales que había a fines del siglo XIX y principios del XX y rápidamente diseminados por todo el territorio del país ganado tras la campaña de Roca.
¿Cuánto aporta la Escuela en el actual proceso  de construcción del campo nacional y popular, que vuelve a intentar ser inclusivo, esta vez de los postergados por las políticas neoliberales de los 90, que a su vez fueron el colofón de otros procesos  de exclusión que abarcaron casi la totalidad de la segunda parte del siglo XX?
A través de un caso generado en el aula intento reflexionar sobre esto
Aunque en la realidad el tema ha pasado a un peligroso segundo plano en la consideración de la opinión pública, la propiedad de las tierras que ocupan los “puesteros” en el oeste de nuestra provincia, está lejos de haberse solucionado.
La escuela como institución instituyente, y la enseñanza de las ciencias sociales, en un marco de globalización pero también de nuevas concepciones teóricas, ¿ha sido en nuestra provincia una herramienta utilizada para producir aprendizajes críticos y significativos?
La ocupación de la tierra por parte de los puesteros es precaria en cuanto a la existencia de títulos de dominio. Son terrenos fiscales, ocupados de hecho a través de generaciones, en casos con un usufructo demostrable de ochenta, cien años y más.
Desde una lógica capitalista, estas tierras fiscales, podrían ser adquiridas por inversionistas (y de hecho, lo están siendo), tentados a invertir en la actividad petrolera, fuertemente impulsada en los últimos años por la explotación del área Medanitos con epicentro en Colonia 25 de Mayo, Los puesteros en casos, son desalojados de sus propiedades, a veces por la acción del Estado, a veces por la acción de los “nuevos propietarios”.
Desde la óptica docente surgen algunas preguntas, que a su vez son disparadoras de otras:
¿Cómo enfrentar desde la escuela, en una ciudad globalizada donde los alumnos “naturalizan” el rol protagónico del Capital, la lógica capitalista mencionada más arriba  y el derecho consuetudinario de los Puesteros?
¿Está la escuela, como entidad representante del estado en condiciones de poner criticidad a la enseñanza que se deba impartir a este respecto?
¿Son las Ciencias Sociales por sí una herramienta suficiente si se decidiera afrontar esa empresa?

Desde las nuevas Geografías

A diferencia de las antiguas concepciones positivistas, hoy la geografía considera la interacción de elementos de la economía, la cultura y la política en la construcción de los paisajes. El flujo de personas, tecnología y capitales es una característica que atraviesa esta combinación. Resultado de esto, encontramos en territorios integrados en tiempo real al resto del mundo, bolsones de pobreza y marginación. Bipolaridad entre integración y fragmentación. Raquel Guverich, propone apelar a la racionalización de escalas de localización integrando lo local, lo regional, lo nacional, lo mundial y lo global, para entender estas complejas coexistencias. Junto a las nuevas propuestas de las ciencias sociales, S. Sassen, habla de privatización de los Ejecutivos Nacionales y domesticación de las legislaturas.
Si tradicionalmente, el poder provincial miró hacia el puerto, haciendo caer en un penoso olvido a los territorios y poblaciones que no acudieran a saciar la sed de un modelo agroexportador no definitivamente superado, esta vocación de pertenecer a la modernidad europea hegemónica (A. Kauffman), no se altera cuando en el actual proceso privatizador, las áreas de producción petrolera, no desplazan sino que complementan a la economía proveedora de materias primas tradicionales. Y este proceso privatizador, entrega los recursos a las multinacionales y condiciona la vida de los pobladores.

Historia y Memoria

Si desde el poder se propone olvido, la redención vino de la mano de sectores vinculados con las letras, la música o el periodismo. Pero la Escuela es el Estado y  retrotrayéndonos en el tiempo, encontramos en palabras de Enriqueta Schmit, en la conmemoración del cincuentenario de la fundación de Santa Rosa, aquellas palabras donde justificaba algunos silencios de su discurso porque había “muchos resquemores que no estaban aún acallados”. La maestra pedía un manto de olvido en defensa de aquel modelo que enfrentaba al progreso contra la barbarie. No estamos convencidos de que setenta años después, se haya hecho mucho por cambiar aquella óptica en la escuela provincial. Los viajes de estudio al oeste provincial, recorren los lugares más “occidentales” de su geografía, escuelas hogares, oasis de regadío, centros urbanos, pero los chicos poco registran de la forma de vida de los pobladores de la zona. Y otro viaje, el que realizara Luis de La Cruz en 1806, es un gran ausente en la bibliografía de las ciencias sociales de nuestra escuela.
Como un signo de los tiempos y para no desmentir a Alain Touraine, son los nuevos movimiento sociales, los que alivian las falencias que propone el Estado: La Fundación Chadileuvú, cubrió con dos seminarios, de alta convocatoria para los docentes, las carencias que propuso el Estado en el conocimiento del oeste provincial y mas aún, la cuenca del Desaguadero-Salado-Chadileuvú desde sus nacientes hasta la desembocadura en el Colorado; el MALUT, alza la voz de los puesteros en reclamo de una propiedad de la tierra a la que tienen derecho, pero que se les niega con argumentos administrativos, pero de transfondo político y económico.
Y, si acordamos con H. Sumcler en que “la vida de los hombre se edifica sobre algunos silencios […] La política se funda sobre acuerdos más o menos amplios sobre qué olvidar”, son los movimientos por los Derechos Humanos quienes se encargaron en nuestra provincia de mantener develado lo acontecido durante el proceso. Sin embargo en esa reconstrucción que lleva a la identificación  de represores, víctimas, búsqueda de hijos de desaparecidos y en general, no aceptación de que el olvido avance, queda aún alguna deuda: se encontraron las respuestas a “qué y cómo paso el horror”, pero al decir de Tulio Halperín Donghi, no habría que permitir que eso oculte la búsqueda del porqué pasó. Entonces, el estudio de la historia reciente, tal como se dio en la sociedad pampeana (aunque no en la Escuela), no puso una mirada crítica sobre la cuestión del poder vernáculo. Caso contrario, estaría mas explícitamente vinculada a aquellos sucesos del horror y a los procesos de construcción de nuestros paisajes, la presencia ininterrumpida de muchos mismos actores políticos locales con proyección nacional, antes, durante y después de la larga noche del horror en nuestra provincia; acaso, una muestra no gratuita de gatopardismo.

A modo de conclusión

Los docentes de ciencias sociales, encontramos en los materiales que se generan desde ámbitos académicos tanto locales como nacionales, o los producidos por el Ministerio de Educación de la Nación o Canal Encuentro y las áreas vinculadas al INCAA, buen material en cantidad y calidad como para trabajar en la construcción de conocimiento con sentido crítico, sin embargo paralelamente a este cambio de rumbo, creo que hay una manifiesta orfandad y falta de acompañamiento desde lo local, tanto en la oferta de capacitaciones como de un trabajo en diseño curricular que acompañe este esfuerzo que tozudamente mantenemos desde la iniciativa individual y en afortunados pero ocasionales intentos desde algunas direcciones de escuelas.

domingo, 1 de mayo de 2011

Combatir la inflación para fortalecer el modelo

por Miguel Solé

Quería en este artículo hablar, recapacitar, en el modelo productivo que busca el crecimiento con equidad, que se viene aplicando sin pausa desde el año 2003, por Néstor y Cristina Kirchner, y entender cómo se puede controlar la inflación para que no lo afecte.

A fines de 2001 pasó lo que todos aún, a diez años, recordamos con pavura. Nadie imaginaba lo que pasaría en 2002 y menos aún que después de la crisis Néstor Kirchner asumiría la presidencia de la Nación e iniciaría un proceso de transformaciones y recuperación de la dignidad nacional que hoy continúa Cristina Fernández.

Las devaluaciones, y sus efectos están en cualquier manual de economía. Son una teoría  que supone que al devaluar y disminuir los costos de producción a través de una disminución del costo laboral, aumenta la competitividad de la actividad productiva y eso desata un círculo virtuoso de mayores ventas, mayores ganancias, mayores inversiones, mayores empleos, mejores sueldos (la teoría del spill-over o del derrame). Por supuesto que rara vez se pasa del segundo punto y los más afectados son los que permanentemente dan crédito a la actividad económica, aquellos que trabajan una quincena o un mes para recibir al final un salario que alcanza para mucho menos de lo que alcanzaba al inicio del mes.

Duhalde después de promover la caída del gobierno de la Alianza asume la presidencia de la Nación en 2002 y produjo una perversa innovación en la teoría económica. A principio de 2002 Duhalde-Mendiguren-Remes Lenicov hicieron algo que no estaba en ningún manual y fue el mayor fraude económico financiero de la historia económica moderna a nivel mundial. Combinaron estas cinco medidas:

Devaluación de la moneda, de 1 a 1,4 aunque en pocos días el dólar llegó a casi cuatro pesos y los salarios perdieron un 60% de su poder adquisitivo.
Pesificación asimétrica, la deudas bancarias se mantuvieron uno a uno, beneficiando a los sectores endeudados de la economía, entre ellos el sector agropecuario que pudo cancelar sus deudas en el sistema financiero pagando un tercio de lo que debían y cosechando al triple de lo que les había costado la implantación de sus cultivos.
Apropiación y pesificación de los depósitos; Duhalde no cumplió con el ya famoso “el que depositó dólares recibirá dólares” y los depósitos fueron devueltos en general en pesos devaluados.
Socializaron las reservas. Las reservas que eran de los tenedores de pesos pasaron a ser de un plumazo del Banco Central. No hubo estampida inflacionaria porque sencillamente el mercado interno quedó destruido y los argentinos nos acostumbramos por fuerza a vivir con una moneda sin respaldo.
Continuaron con default de la deuda soberana que en más de un 50% ya estaba en manos de inversores argentinos y de las AFJP

Como terrible resultado entre el 1 de enero de 2002 al 30 de septiembre del mismo año, treinta mil argentinos pasaban cada día a ser pobres, nueve millones de argentinos más en nueve meses pasaron a ser pobres. En septiembre de 2002 más de la mitad de los argentinos era pobre y más de un 25% estaba sin trabajo.

Néstor Kirchner rechazó el insistente ofrecimiento de Duhalde para que fuera Jefe de Gabinete, porque estaba en total desacuerdo con la maniobra que urdieron quienes, ante la necesidad de salir de la convertibilidad, aprovecharon la situación y generaron la mayor transferencia de recursos del trabajo y el ahorro hacia el capital que, además, lo retiró del país (20000 millones dólares en 2001 y otro tanto en 2002).

El 25 de mayo de 2003 asume Néstor Kirchner como presidente de la Nación y toma la primer medida de transformación del modelo, poniendo a la política a cargo de la economía y no al revés como tradicionalmente sucedía.

Poco a poco y sin pausa se inicia un proceso de crecimiento sostenido con inclusión y con equidad. El equilibrio de las cuentas públicas basado en el superavit fiscal y comercial, la política de desendeudamiento, de desarrollo industrial  y el crecimiento del mercado interno a través de la incorporación masiva de millones de argentinos  excluidos a condiciones de vida más dignas, fueron elementos centrales de la acción económica apoyada en el círculo virtuoso empleo-salarios-ventas-inversión-empleo (totalmente opuesto al promovido por Duhalde en 2002).

El histórico crecimiento de la economía argentina a partir de 2003, a más del 7% promedio, es el más importante de toda nuestra historia y se logró con un aumento simultáneo de la rentabilidad empresarial, de la mano de obra ocupada y el mejoramiento de su poder adquisitivo. Todo lo contrario a los efectos que producen las devaluaciones que provocan un aumento de la rentabilidad empresaria a costa del empleo y la capacidad adquisitiva de los salarios.

Desde 2003 se viene desarrollando el fortalecimiento de las organizaciones gremiales y de las convenciones colectivas de trabajo como mecanismo de resolución inteligente de las condiciones y remuneración de los trabajadores que, apoyados en el crecimiento de la demanda laboral, año a año han logrado recuperar su poder adquisitivo perdido en 2002 y en muchos casos mejorarlo.

Esto inició una puja distributiva que se expresa desde hace por lo menos cinco años en aumentos de los precios, en una inflación que recupera para el capital concentrado parte de lo logrado por las fuerzas del trabajo en las negociaciones colectivas, o transfiere para sí una mayor parte de la inversión social creciente del estado. Porque de eso se trata la inflación, de una transferencia de riqueza de los consumidores a los formadores de precios y siempre perjudica a los más débiles que, como en todos los países del mundo, son la mayoría.

El gobierno  manejando la tasa de interés  procura incrementar la inversión pública y el crédito privado, para que el aumento de la demanda sea atendido por un incremento de la producción de bienes y no de sus precios. Solo en 2010 el crédito al sector privado se incrementó en casi un 22% y la tasa de inversión en casi un 24%, estimulado por el subsidio de tasas por parte del estado con fondos como el Fondo del Bicentenario que maneja el Ministerio de Industria o de Agricultura, aunque aún sigue siendo muy baja y solamente representa un 10% del PBI.

El Gobierno, que no tiene la culpa de la inflación, si tiene la responsabilidad de tomar medidas para seguir fortaleciendo este exitoso modelo y atacar la inflación que afecta a todos, pero, especialmente, a quienes menos tienen.

Hay muchas cosas por hacer para atacar la inflación sin enfriar la economía o disminuir el gasto público. Una  es continuar con la lucha contra la evasión y la formalización de la economía que en casi un 40% sigue siendo “informal”, es decir, que no paga impuestos ni respeta leyes laborales. El jefe de la AFIP comenta asombrado como las grandes empresas no declaran ni pagan impuesto a las ganancias, pero poco a poco la inversión en informatización va cercando a los evasores. Y a medida que mejora la capacidad recaudatoria del Estado se podrá ir modificando la estructura impositiva, promoviendo la inversión y bajando los costos de producción.

Otra es modificar la política de subsidios a los servicios públicos que hoy se paga a las empresas y comenzar a otorgarlos diferenciadamente a los usuarios. Dejaríamos de subsidiar el consumo de servicios públicos de ciudadanos con capacidad de pagarlo. De esta manera mejoraría muchísimo la calidad del gasto público y sin disminuirlo aumentaría su impacto positivo en la actividad productiva.

El último y el más importante, es la movilización social para el control de precios y la defensa de lo logrado, mediante la información y las orientaciones al consumidor, la proliferación de mercados demostrativos de productos y precios no sólo en el Mercado Central sino en todo el país, y el desarrollo de sistemas de información claros y sencillos que permitan el control social de los administradores de los recursos públicos, para que cada día gastemos mejor.