jueves, 7 de mayo de 2009

Opina: Eric Calcagno

Senador de la Nación Eric Calcagno
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La cuestión del poder, el poder es algo, es un artefacto, es una cosa muy extraña, pero sirve para distribuir riqueza, distribuir conocimiento y distribuir prestigio. Esa distribución de la riqueza, esa distribución del conocimiento, esa distribución del prestigio se pueden dar de muchas maneras, el poder se puede adquirir de muchas formas. Puede ser derecho divino, es mío, porque dios me dijo que es mío; eso es una ventaja enorme porque obvia un montón de discusiones, no, yo te mato porque dios me dice que yo tengo razón, ahí evidentemente estamos en un simpático medioevo. También el poder puede ser un poder de facto, que la distribución de la riqueza, del conocimiento y del prestigio se de porque estoy armado y vos no, lo cual es un argumento extremadamente persuasivo. Rousseau que era un muchacho que sabía mucho de esto, decía que cuando el pueblo tiene una pistola sobre la cabeza tiene que obedecer, porque tiene que sobrevivir, pero apenas es el arma que, una vez que se esquiva, el pueblo ya puede recuperar su potestad y pasar así a una distribución del poder, a una visión del poder, de la distribución de la riqueza, del conocimiento y el prestigio democrática y transformadora, que creo que es de lo que estamos hablando nosotros hoy. Que la naturaleza del poder, que se esta construyendo a nivel de la comunidad nacional, no es un poder de derecho divino porque no nos metemos con las creencias de nadie, no es un poder de facto, cada punto suplementario que podamos conseguir para llegar o incluso superar el famoso fifty-fifty, porque los sectores poseedores, el establishment, veo que muchos estudiantes van a entender lo que significa el establishment, los sectores de poder más concentrados, más tradicionales, aquellos que apelan, tal vez, a lo factual o a lo divino para justificar su poder, van a resistir cada vez más. Y en esa resistencia, el modelo que nosotros tenemos de distribución del ingreso, requiere, necesita, precisa como el aire, una distribución de la palabra. No hay distribución del ingreso posible o sostenible en el tiempo si no hay, también, una distribución de la palabra, que es de lo que trata la ley. ¿Por qué hay tanto miedo? Hay que confiar en el producto que uno vende. Esta distribución del ingreso chocó el año pasado con un conflicto que tuvimos con un sector, el campo. Y ustedes fíjense que la operación simbólica que existió y que fue fundamental en todo ese conflicto, es que cuatro entidades patronales rurales se identificaron como el campo, y a ese campo se lo identificó como la Patria, y esa operación simbólica funcionó y, funcionó porque hubo un uso de la palabra. En una relación de dominación más importante que el uso de la violencia que ejerce el dominador es el consentimiento del dominado, por eso la libertad es posible, porque el dominado puede decir: no, hasta acá llegamos, o vamos a rediscutir de nuevo esta cuestión del poder divino, del poder fáctico en la distribución de riqueza, de conocimiento y de prestigio. Pero esa operación simbólica, cuatro entidades patronales rurales como todo el campo, el campo como toda la Patria, y a nosotros nos saca de la cancha, es decir, a los 40 millones de argentinos, a los cuales le restamos los que vienen de la exportación de granos, saquen la cuenta, ¿Qué hacemos con todo el resto? Ese es un poco el fundamento, también, de la necesidad que existe de que haya una pluralidad de palabra, que haya una distribución de la palabra. Porque evidentemente está muy bien que cada sector exprese sus intereses, está perfecto y hace las delicias de los estudiantes de ciencias políticas que esos sectores traten de presentar sus intereses particulares como intereses generales. En el reparto de conocimiento y, estaba bien leer a Borges pero estaba mal leer a Jauretche, no no, nosotros leemos a Borges y también leemos a Jauretche, en eso reside nuestra superioridad, nada más. En que vemos el conjunto, y que desde el Gobierno se toman en cuenta todos los intereses y todas las necesidades y no se desjerarquizan, se jerarquizan políticamente. Bueno, nosotros consideramos que primero van los que menos tienen, y es así, que se yo, no sé, serán experiencias de cuando uno es chico, o de cuando uno es grande, o de libros que hayan leído, o de personajes que uno se enamoró pero es una práctica que se desarrolla, es una práctica de la razón política y habrá otras razones políticas y de eso surgirá el debate. A ver, esto es una construcción del consenso y el primer paso para construir un consenso acerca de cómo vas a repartir la riqueza, el conocimiento y el prestigio pasa por identificar los conflictos; si decimos que no hay conflictos entonces estamos escamoteando una parte importante de la realidad. ¿Por qué hay consenso cuando los que sufren no pueden expresarse? Es enorme reina en Varsovia dio un señor que reprimió Polonia hace un par de siglos y era la paz de los cementerios, claro había logrado un consenso, no había nadie que se oponía. Sí me parece importante recalcar que la distribución de la palabra no sólo es una cuestión de que todas las voces deben escucharse, porque es básico, pero también desde el punto de vista político, desde el punto de vista de la construcción del poder, la palabra es importante porque la teoría crea realidad. Por lo tanto esta ley representa la distribución de la palabra como sostén, como sostenimiento, como reproducción de la distribución del ingreso, también es la oportunidad de retomar la formación de la conciencia nacional quebrada en 1976 y recuperada en 2003. Cristina siempre dice que los presidentes latinoamericanos hoy se parecen a sus pueblos, bueno, nosotros tenemos que armar ese discurso, ese relato rural, lo más abarcativo posible; por supuesto que nosotros vamos a ir con el nuestro a estas primavera de los pueblos que estamos viviendo. Pero si no logramos sostener la distribución del ingreso con la distribución de las palabras y, en este cruce de Los Andes nos vamos a quedar a mitad de camino, si nos quedamos en Los Andes en mitad de camino, nos vamos a congelar y vamos a morir. Entonces es mejor terminar de cruzar Los Andes porque nos esperan varios valles, algunos combates, algunos avances, algunos retrocesos, pero vamos, y no hay que preocuparse, a paso de vencedores con esta ley.

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