jueves, 22 de noviembre de 2007

Sergio García. No ha habido héroes anónimos

por Sergio De Matteo

Sólo pido una cosa, los que sobrevivís a esta época no olvidéis. Un día, el hoy pertenecerá al pasado y se hablará de una gran época y de los héroes anónimos que han hecho historia. Quisiera que todo el mundo supiese que no ha habido héroes anónimos. Eran personas con su nombre, su rostro, sus anhelos y sus esperanzas, y el dolor del último de los últimos, no ha sido menor que el del primero cuyo nombre perdura.

Julios Fucik (Escritor y periodista checoslovaco, asesinado por los nazis)

Al preparar este artículo pensábamos desde el blog de qué manera debíamos hacerlo para que no se convirtiera en un panfleto, desvirtuando, así, su contenido. Es difícil considerar y reflexionar sobre una temática que todavía hoy genera resquemores y malentendidos en la comunidad, porque sigue primando en el imaginario colectivo de una gran parte de la misma aquella concepción de los dos demonios que fuera impuesta perversamente. Donde se sitúa en igualdad de condiciones a un Estado (en ese caso autoritario y de facto) con toda la maquinaria bélica e intelectual a su servicio, frente a grupos políticos y sociales organizados, que estaban conformados, en gran parte, por jóvenes que encarnaban distintas ideologías.
Entre sus premisas fundamentales se proponían mejorar las condiciones de bienestar de cada ser humano, realizarse, además, como hombres ellos mismos. Otra meta concreta era la liberación de los pueblos americanos del vasallaje con que los imperialismos de todas las calañas los habían sometidos en 500 años de historia bajo la impronta occidental. Y no sólo eran argentinos y argentinas, sino que la misma Latinoamérica se hallaba transida de tamaña movilización popular; por eso, luego de la indignante derrota de los yanquis en Vietnam, el objetivo fue nuestro continente. En consecuencia diseñaron el Plan Cóndor y formaron a sus adictos en la Escuela de las Américas, lanzando su cacería de brujas en cada una de las patrias ubicadas al sur del Río Grande.
Estos jóvenes estaban convencidos de que debían ser partícipes en la construcción de una humanidad mejor, por eso pusieron su vocación de servicio, su solidaridad y compromiso en cada uno de los actos en que se involucraron. Y lo hicieron adhiriendo a diferentes agrupaciones políticas, sociales, culturales, en donde sentían representados sus ideales, en donde podían concretar en la realidad aquella frase acuñada por Karl Marx, la de "cambiar el mundo". Incluso, fueron más allá, porque también la sentencia "cambiar la vida", del poeta Arthur Rimbaud, se hizo parte de sus conductas, de sus luchas, de sus días, a sabiendas de lo que significaba el capitalismo salvaje.
Ante la violencia del Estado ―persecución, tortura, asesinato― iniciada mucho antes del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional con la Triple AAA ―que sumó a su tarea criminal la figura del “desaparecido”― los jóvenes argentinos formados e instruidos políticamente no vacilaron en defender su posición ideológica, así como sus propias vidas y las de sus compañeros.
En esta lucha popular participaron pampeanos y pampeanas que no debemos olvidar. Y como señala la Secretaría de Derechos Humanos de La Pampa, hoy en día se sigue recabando información sobre las víctimas del terrorismo de Estado que, en algunos casos, los datos están completos, en otros son parciales, y aún existe la posibilidad de que falten algunos protagonistas; incluido los dos niños o niñas que nacieron en cautiverio.
Entre ese medio centenar de comprovincianos, se encuentra Sergio García, estudiante, militante de la JUP, que fue asesinado el 18 de enero de 1976 en La Plata por las "Tres A". Por lo tanto, el blog "Toma de posición" se suma, humildemente, al trabajo incansable que realiza la Secretaría de Derechos Humanos; también agradece al arquitecto Miguel García por haber acercado el material para que sea difundido y, de esa manera, ayudar a sostener encendida la llama altruista, solidaria y combativa que guió a Sergio. A 30 años de su muerte se le rinde homenaje a su memoria y, también, a la de miles de compañeros y compañeras de lucha, portadores de sueños, que cayeron víctimas del genocidio.

"Los Portadores de Sueños"
(Fragmento)

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renuevan
engendraron también una generación
de armadores y soñadores.

Hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.

Nosotros sólo sabemos que los hemos visto,
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte
que anuncian las profecías.

Gioconda Belli (Escritora nicaragüense).

La historia es signada, recortada, legitimada por las instituciones y, en parte, por el interés de cada uno de nosotros. En el propio vacilar de las cosas se halla todo horizonte utópico, el cual es sostenido por un pasado que reconocemos y que no debemos olvidar; por eso en cada poema, en cada canción, en las obras de los artistas plásticos, el teatro, el cine, se encuentran demarcadas esas marcas que oprimen nuestra conciencia. Debe ser así, porque las prácticas artísticas, justamente, conllevan ese grado de compromiso, manifiestan el malestar en la cultura, son un mojón insoslayable para conocer lo que ha sucedido y, también, como incide sobre nuestros comportamientos e interrelaciones con la comunidad, con nuestros semejantes. Entonces se podría expresar, parafraseando al sociólogo Eduardo Grüner, que el arte es siempre, potencialmente, una interrogación crítica a la lengua (por lo tanto a las normas) congelada de la polis: no se trata, por lo tanto, de reducir el arte a la política, sino al contrario, de ensanchar los bordes de lo que se suele llamar "política", para hacer ver que ella no se detiene en las fronteras de lo institucional.
En ese sentido, frente a las imposiciones de la clase dominante de lo que se debe aceptar como verdadero, indicábamos que habría que deconstruir de una vez por todas la "teoría de los dos demonios", porque la lucha que hubo en nuestro país no fue justa ni en igualdad de condiciones ante un Estado que estaba respaldado por el gobierno norteamericano y otros afines y cómplices. Tampoco es posible la aplicación para analizar una realidad que no tuvo nada de ficcional, su trama fue orquestada por asesinos que usurparon el poder democrático y la constitución, con la connivencia de otras corporaciones y también de gran parte de la ciudadanía que se llamó a silencio. En consecuencia y más allá de la pasión de lo real, se aniquiló a una generación importantísima de militantes, políticos, gremialistas, pensadores, periodistas, docentes, y artistas; en fin, hombres y mujeres de esta patria en la que vivimos.

Señala Miguel García, que Sergio, su hermano, nació en Eduardo Castex en julio de 1953. Fue seminarista y estudiante de Veterinaria en La Plata. Militante de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (para ubicarnos, recordemos que integraban también esa formación Néstor y Cristina Kirchner). Fue hasta su muerte militante de la Juventud Peronista en un barrio de La Plata. Asesinado el 18 de enero de 1976 por las bandas paramilitares de la Triple A, que eran apoyadas desde el Gobierno de Isabel Martínez de Perón y que preparaban el golpe de Estado del 24 de Marzo. En esa época se inició el segundo genocidio. El primero había sido contra "nuestros hermanos los indios". Resalta Miguel García ―y adherimos― que debemos reivindicar a quienes lucharon no sólo contra la Dictadura sino también contra el "lopezreguismo", y que por ello fueron perseguidos, agredidos y asesinados miles de argentinos.

Otra cosa a señalar y que también se debería modificar en determinados trabajos de análisis, es el error que se comete en la reposición del pasado ―a esto se lo observa bajo la lupa de Walter Benjamin― debido a que al re-interpretar hechos históricos y traerlos a la actualidad se cargan con la ideología de quien lo realiza.
En la producción textual de algunas investigaciones locales existen lecturas desviadas, inclusive en los discursos políticos también hay negaciones y tergiversaciones ocasionadas por las disputas de los sectores, por el re-acomodamiento ante la hegemonía. Es decir, por esta práctica ―o mala praxis― se somete a los militantes caídos a una "segunda desaparición simbólica", porque se les quita su identidad política, su ideología. Concretamente, si Paco Urondo fue de la FAR, si Haroldo Conti fue del PRT-ERP, si Rodolfo y Vicky Walsh, Juan Gelman y Norma Arrostito fueron "montoneros", se debe rubricar, a pesar de las reinterpretaciones, de que participaron en cada una de esas formaciones y seguirán siendo parte de ellas. No hay otra lectura posible, no se puede plantear un malentendido u ocultar la posición ideológica, porque, lamentablemente, no sólo se están traicionando sus ideales, sino también el lugar que ellos mismos eligieron para la acción política.

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